Modelo parlamento europeo (MEP)

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MEP CHIPRE 2019:

Este octubre, entre los días 4 y 9, he tenido el privilegio de viajar hasta Chipre con otros cinco seleccionados en España, para participar en un encuentro internacional del MEP (Modelo del Parlamento Europeo.)

Creo que lo bueno que tienen estas experiencias es que nunca son como te las esperas: lo cierto es que salí de allí marcada en un unos aspectos que no hubiera sospechado. Mis compañeros han sido de las personas más maravillosas que he conocido hasta ahora, y vivimos momentos que nos enseñaron mucho. La realidad social y política de Chipre está presente en sus calles, pero algo que nos sorprendió gratamente fue lo abierta de corazón que es la gente de allí. Las familias que nos acogieron acabaron siendo más que eso, y muchos mantenemos el contacto con los amigos que hicimos.

Fue una experiencia mucho más humana de lo que me había imaginado. Desde luego, nuestros días consistían en ir a edificios parlamentarios, reunirnos por comisiones (la mía era Cultura y Educación en la Unión Europea) y tratar las cuestiones para redactar unas resoluciones- pero cuando hay una curiosidad genuina por una persona hacia otra, es cuando nace el entendimiento, y experimentamos lo que eso significa de verdad. Conceptos como “respeto”, “opinión” o “libertad” se volvieron camaleónicos y relativos, para nosotros, que tan obvio nos parece su significado y cómo se aplican. Fue una lección que cada uno aprendió a su manera, pero todos compartíamos.

Sólo había una persona de cada país por comité. Yo era la única española en Cultura, junto con representantes del propio Chipre, Luxemburgo o Italia. No siempre llegábamos al consenso- es evidente, pues lo que en realidad teníamos que entender allí eran las necesidades de cada país, sin imponer las de uno sobre las de otro: la clave era tener en mente lo que proyecto de la Unión Europea había pretendido ser, y lo que todavía puede llegar a ser. A veces olvidamos que los derechos humanos y la dignidad, a cualquier precio, deben estar por encima de cada negociación y cualquier acuerdo.

Así que sí: emocionalmente, fue todo un viaje. La realidad no siempre es como nos la pintan, pero cosas como el MEP aciertan en una cosa: cualquiera puede, como mínimo, decidir en qué mundo quiere vivir. Y el que se atreva, puede escogerlo.

Inés Ayuso, 2º Bachillerato

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